La Feria Internacional del Libro de Monterrey: un cambio que sorprende
- Fabiola Ramirez
- 27 oct
- 3 Min. de lectura
Recuerdo la primera vez que fui a la Feria Internacional del Libro de Monterrey: era estudiante del Tec y fui casi por obligación. Necesitaba puntos extra en una de mis clases, y esos puntos marcaban la diferencia entre pasar la materia o irme a verano. Por años dejé de asistir. Entre que no era una gran lectora y que no le encontraba la más mínima emoción al evento, simplemente no formaba parte de mis planes.
Con el tiempo, al reencontrarme con los libros en esta nueva etapa de mi vida, retomé mis visitas a la feria. Pero, siendo honesta, durante los últimos años la veía sin chispa. Quizá de vez en cuando se presentaba algún autor interesante, pero fuera de eso, nada me impresionaba. Sentía que la feria había perdido calidad: presentaciones aburridas, repetitivas y, además, hasta envuelta en escándalos con la comunidad LGBT+ que desviaban la atención del verdadero propósito.
Recuerdo que una autora bestseller extranjera me comentó alguna vez: “A Monterrey le falta mucho para competir con Guadalajara en calidad de la FIL”. ¡Ufff! Eso me pegó directo en el ego. Monterrey tiene tanto potencial… y, sin embargo, se quedaba apenas a medias.
Este año fue distinto. Ahora sí: ¡Bravo! La Feria Internacional del Libro de Monterrey 2025 fue un verdadero éxito. Se notó un cambio radical y muy bien logrado. Todo estuvo cuidado hasta el más mínimo detalle: la calidad de los autores, los conversatorios, la organización. Cada persona que trabajaba ahí sabía perfectamente cómo ayudar; no importaba a quién preguntaras, todos respondían con una sonrisa y con disposición. Standing ovation.
Las presentaciones se llevaron a cabo como reloj: ni un minuto más, ni uno menos. Los conversatorios abordaron temas que invitan a la reflexión y al diálogo. Entre las autoras que más me emocionó ver en esta edición estuvo Tatiana Ţîbuleac, quien presentó El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, una novela tan cruda como luminosa que confirma por qué la literatura sigue siendo ese espejo que nos confronta y nos cura. Se notó el impulso a nuevos lectores y escritores y, sobre todo, se sintió que la gente cada vez lee más. Y cuando la gente exige y se escucha, avanzamos como sociedad. Como dijo el filósofo Charles Handy: “La cultura no cambia porque sí; cambia cuando la gente que la forma exige algo diferente”.
Me voy satisfecha de estos días entre firmas de libros, autores y promotores de la lectura. Es increíble toparte y saludar a nuevos amigos y gente que comparte el amor por los libros. Priceless promover la lectura juntos. Los invito a darse la vuelta por la feria: a caminar entre las novedades editoriales, a sentarse a escuchar a autores (unos con el nervio de presentar su primer libro y otros con la experiencia de su séptima novela). Y, sobre todo, los invito a leer y apoyar a nuestros autores locales, porque entre ellos está, sin duda, el próximo gran bestseller.
R… te marco al rato porque ya llegué.
Fabiola
EPISODIO DE EN LA MISMA PÁGINA RELACIONADO:
En este episodio hablamos de lo que nos dejó el verano, de las lecturas que nos acompañaron y de los planes para los próximos meses. Entre todo eso, compartimos un gran descubrimiento: El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Ţîbuleac, una novela que nos conmovió profundamente por la forma en que aborda la relación entre madre e hijo, el perdón y los recuerdos que marcan una vida.
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